Wearables e Higiene Postural

Cuando hablamos de Higiene Postural nos referimos al conjunto de prácticas que dependen de cada individuo y que tratan principalmente de evitar la adopción de posturas forzadas durante la realización de la tarea. Aunque nos centremos en el ámbito laboral, su aplicación debería extenderse a todas y cada una de nuestras actividades cotidianas (al hacer deporte o ver la televisión, entre otras muchas), ya que es una práctica saludable que nos va a permitir prevenir lesiones de tipo musculoesquelético.

En el ámbito laboral es básico y necesario el diseño de espacios ergonómicamente seguros, pero igualmente importante es el cómo se comporta la persona frente al trabajo a desarrollar. Cuántas veces hemos comprobado las diferentes maneras de hacer de dos trabajadores ante una misma tarea, exponiéndose o no a riesgos solamente por cómo sujeta una herramienta, recoge una caja, coloca unas piezas o por cómo se posiciona el teclado o ratón sobre la mesa. De aquí la importancia de realizar las tareas según las buenas maneras que nos dicta la higiene postural.

Desde hace unos años se han puesto de moda una serie de dispositivos denominados wearables, que hacen referencia a aparatos, generalmente electrónicos, que el usuario incorpora en alguna parte de su cuerpo interactuando con él y que realizan una función concreta. Algunos como smartwatchs o pulseras de actividad física son los más habituales.  

Existen otros como gafas inteligentes para realidad virtual o aumentada, prendas que registran variables biofísicas y sensores que registran el movimiento o la actividad muscular.

Aplicada a la educación en los hábitos de las personas, esta tecnología wearable permite acompañar al usuario en la corrección de aquellas posturas que sean forzadas, ya sean dinámicas o estáticas, y tanto en postura de pie como sentada, y que puede ser especialmente recomendada en trabajos en los que se usan pantallas de manera frecuente.

Existen diferentes tipos y modelos disponibles en el mercado, pero en general, se trata de pequeños dispositivos que se colocan en la cabeza o en la espalda y que registran todas las posturas que adoptamos en cada momento. En los instantes en los que la postura pasa de correcta a incorrecta, el dispositivo avisa al usuario que lo lleva colocado para que corrija su postura.  Incluso algunos de ellos disponen de ayuda o soporte técnico que proporcionan recomendaciones sobre los ejercicios que se pueden hacer para mejorar la zona. Podríamos decir que se trata de un “entrenador postural”.

Es importante recordar que estos dispositivos podrían llegar a ser de ayuda para el usuario, una vez que el puesto esté correctamente diseñado desde el punto de vista ergonómico. De poco sirve usar un dispositivo de este estilo si el diseño del puesto de trabajo es inadecuado.

No obstante, la combinación de ambos aspectos (diseño y mejora de las condiciones relacionadas con los equipos de trabajo, herramientas y útiles, alturas y alcances de planos de trabajo, y el comportamiento o conducta del usuario en su puesto de trabajo) es una combinación ganadora para prevenir las lesiones musculoesqueléticas.

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