Epicondilitis y Epitrocleitis, trastornos musculoesqueléticos que afectan al codo

Temas: Salud
Publicado el: 26/04/2023
Por: José Antonio Tomás Royo, María Ducun Lecumberri, Ana Elvira Planas Lara. Laboratorio de Ergonomía. Dirección técnica de I+D. Mutua Universal
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Los trastornos musculoesqueléticos (TME) son uno de los problemas de salud relacionados con el trabajo más habituales en Europa. Provocan dolor y molestias en la espalda, el cuello, los hombros, las extremidades superiores e inferiores, y pueden afectar a la capacidad de la persona para trabajar.

Además de los costes por la pérdida de la salud de las personas, el coste económico estimado por la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud de los problemas de salud relacionados con el trabajo debido a trastornos musculoesqueléticos oscila entre el 0,5% y el 2% del producto interior bruto (PIB). Aplicando esta estimación al PIB de España supondría un coste anual de aproximadamente 13.000 millones de euros.

Los TME pueden afectar a cualquier parte del cuerpo, aunque los más frecuentes se localizan en la espalda, el cuello y las extremidades superiores. En este artículo nos centraremos en dos de los TME más habituales que afectan al codo: la epicondilitis y la epitrocleitis.

 

Estadísticas

La Epicondilitis

La Epicondilitis

La epicondilitis, también llamada codo de tenista o epicondilitis lateral, es una inflamación de los tendones de los extensores de la muñeca que manifiesta con dolor en la parte lateral externa del codo al sujetar o agarrar objetos y presionar esa zona, que se puede irradiar hacia la mano. 

El dolor provoca impotencia funcional con los movimientos de extensión de la muñeca y supinación del antebrazo.


La Epitrocleitis

 La Epitrocleitis

La eitrocleitis, también llamada codo de golfista o epicondilitis media, es una irritación en el origen de los tendones flexores de la muñeca. Se manifiesta con dolor en la parte lateral interna del codo, incrementándose al realizar movimientos de prono-supinación.  

El dolor provoca impotencia funcional, sobre todo en los movimientos de levantamiento de cargas con o sin supinación forzada.
Cuando estas lesiones se desarrollan como consecuencia de la actividad laboral, son consideradas como enfermedades profesionales.


Algunas estadísticas

Según los datos obtenidos del sistema CEPROSS y PANOTRATSS, durante los últimos 5 años el 34% de las enfermedades profesionales (con o sin baja) declaradas en las empresas asociadas a Mutua Universal, se corresponden con epicondilitis o epitrocleitis.

En el siguiente gráfico se presenta la evolución de casos de los últimos cinco años, tanto de enfermedad profesional por epicondilitis como por epitrocleitis. De ella se desprende que la epicondilitis tiene una mayor incidencia que la epicondilitis de hasta casi cinco veces más. Además, se observa en ambas enfermedades profesionales que la tendencia se mantiene, reduciéndose ligeramente los casos durante los años de pandemia 2020 y 2021 y repuntando nuevamente durante el año 2022. 

En este período de tiempo, todos estos casos de enfermedad profesional con baja registrados suponen un promedio de días de baja de 200 días. Pero, ¿Qué condiciones pueden llegar a generar este tipo de patologías?


Factores de riesgo

Posturas forzadas

 

Trabajos que requieran movimientos de impacto o sacudidas, movimientos repetidos con posturas forzadas de codo en pronación o supinación con fuerza, o posturas forzadas de flexión y extensión de la muñeca, son condiciones que se asocian con el desarrollo de la epicondilitis y la epitrocleitis según la información proporcionada en el Real Decreto 1299/2006 de 10 de noviembre. 

Con el fin de evitar el daño generado por estas patologías se recomienda tomar medidas para eliminar o reducir el riesgo, atendiendo a los principios de la acción preventiva señalados en el artículo 15 de la Ley de prevención de riesgos laborales, las medidas deberían priorizar las medidas colectivas mediante el diseño o rediseño del puesto de trabajo, frente a otras de tipo individual y organizativas.


Algunas recomendaciones para evitar la epicondilitis y la epitrocleitis